1. EVALUACIÓN



Tal y como nos dice Héctor Ruiz Martín, los parámetros de una prueba de evaluación serán los siguientes:

  • Validez: Si realmente mide lo que se pretende medir, o si los resultados que proporciona la prueba se interpretan como lo que realmente son. Si la prueba está alineada con los objetivos de aprendizaje. En realidad, la validez no es una propiedad de la prueba sino de las inferencias ( deducciones que hacemos) a partir de los resultados que proporcionan.

  • Fiabilidad: Un prueba tiene fiabilidad si la calificación que proporciona para un alumnado concreto es replicable y consistente ( si la nota de un docente fuera muy diferente a la de otro sea una prueba poco fiable). La fiabilidad no debe dañar la validez.

  • Exactitud: Se refiere a cercanía de la medida obtenida mediante la prueba al valor real de lo que pretendemos medir.

  • Precisión: La precisión se refiere a calificaciones y no tanto a la prueba en sí. 


Así que de nuevo volvemos a la necesidad de saber hacer un buen diseño de una prueba de evaluación y lo más importante es que la superación de la prueba  requiera de la adquisición de conocimientos significativos y no aquellos que con estudiarlos el día de antes ya se supera la prueba. “Las pruebas que ofrecen mejores resultados son aquellas que evalúan la capacidad de transferencia, esto es, la capacidad de aplicar lo aprendido a nuevos contextos” (Bransdord et el.,2000). “De esta manera no solo evaluamos lo que saben sino también lo que saben hacer con lo que saben.es importante diseñar la prueba teniendo en cuanta su función, es decir, si va a ser una evaluación sumativa( juicio final sobre las metas alcanzadas) o formativa( prueba que nos informa sobre el progreso y sobre qué medidas tomar)” (Héctor Ruiz Martín, 2020).



Aprender a aprender


Debemos tener en cuenta que lo importante de la evaluación es que nos ayude a aprender y, por tanto, los criterios de evaluación han de posibilitar comprender las razones de las dificultades y orientar sobre cómo superarlas. En este sentido, una buena rúbrica es un instrumento idóneo para compartir criterios de evaluación. Una persona autónoma puede reconocer si realmente está aprendiendo y si está haciendo una tarea o actividad de una manera más o menos adecuada. Pero para ello es necesario tener claros sus objetivos, ser capaz de anticipar y planificar cómo realizarla, y apropiarse de los criterios de evaluación más idóneos en función del objetivo. Por tanto, habremos de ayudar a los estudiantes  en este sentido. (Neus Sanmartí) 

Todo esto tiene que ver con la metacognición, que es  pensar sobre el propio pensamiento, es decir, tiene que ver con los procesos de planificación de tarea, monitorización de los avances y la evaluación del resultado obtenido y la posible modificación de la estrategia en vista a mejorar el resultado. 

Si el proceso de evaluación se desarrolla de forma intencional y planificada, el alumno construye conocimientos no únicamente sobre el tema del aprendizaje, sino sobre el mismo proceso de aprendizaje y, además, sobre la evaluación. Su implicación en un proceso de esta naturaleza le permite asumir progresivamente su responsabilidad en la planificación y el seguimiento del aprendizaje  así como  en la consecución de los objetivos, dar sentido a su esfuerzo por ser autónomo en la construcción del conocimiento y valorar la comunicación profesor alumno y la evaluación como elementos de progreso del conocimiento. ( Teresa  Mauri Universitat de Barcelona)


Un concepto muy importante para el avance del alumnado es la autoeficacia, que es la medida con que una alumno se ve capaz de alcanzar una meta de aprendizaje. La autoeficacia presenta correlación con los resultados académicos, tiene un efecto directo en el aprendizaje y los resultados escolares. Los juicios que hacen los propios estudiantes sobre su capacidad de aprender tienen un fuerte impacto. Si un estudiante cree que no puede aprender algo se autolimita, esto es, no dedicará tiempo, ni esfuerzo, ni concentración por lo tanto acabará teniendo razón. Si conseguimos mejorar las expectativas que tienen los estudiantes de superar las tareas de aprendizaje, podemos incrementar su motivación e incentivar así las conductas que llevan a implicarse en las actividades escolares y el estudio.(Héctor Ruiz Martín, 2020)


Mentalidad de crecimiento versus concepto de genio

Por último, la ciencia cuenta con múltiples evidencias que reflejan que todos somos capaces de desarrollar niveles de expertez en cualquier disciplina con el entrenamiento adecuado. Incluso podemos mejorar nuestra inteligencia, nuestra creatividad y nuestra memoria. Los estudiantes que tienen una mentalidad de crecimiento creen que su habilidad es voluble y están motivados para aprender y mejorarla.( “no se me dan bien las matemáticas”, “no se me dan bien la matemáticas todavía”). El alumnado de mentalidad fija suelen pensar que el esfuerzo o pedir ayuda es síntoma de falta de inteligencia.(Héctor Ruiz Martín, 2020)


La clave para incentivar la mentalidad de crecimiento consiste en educar acerca del significado del error y promover una cultura que reconozca el valor del esfuerzo por delante del talento innato( Dweck 2008). 


A pesar de que las evidencias indican que para dominar cualquier habilidad es más importante la práctica y el esfuerzo que el talento, nuestra sociedad sigue admirando al individuo talentoso. Romper con la idea de genio y sustituirlas por el desarrollo de habilidades cognitivas superiores propias de personas que tienen conocimientos profundos,  como el razonamiento, la resolución de problemas, la creatividad y el análisis crítico.  Estas habilidades no son exclusivas de unos pocos. El conocimiento sólo llega a través del contacto con otros conocimientos. La creatividad es la actividad que nos lleva  a resolver los problemas de una manera diferente a como han sido resueltos con anterioridad, pero sin caer en la trampa de pensar que esas ideas son originales, únicas y no contaminadas.