3. Orientaciones de apoyo psicológico

3.3. Orientaciones generales para docentes y familias

Estas orientaciones están extraídas de las Guías didácticas de la Dirección General de Protección Civil y Emergencias para centros escolares.

  • Es natural que tanto las personas menores como las adultas estén asustadas tras un desastre. Las familias y el profesorado deben saber que las reacciones son normales y naturales, y que no permanecerán para siempre.
  • Los niños y niñas deben saber que comprendemos porque están asustados; hay que atenderles y tranquilizarles, y en caso de que el desastre haya ocurrido en horario escolar, repetirles que sus familias saben dónde están, donde pueden ir y que vendrán a buscarlos tan pronto como puedan.
  • Hay que proporcionarles seguridad, decirles que están seguros con nosotros y que cuidaremos de ellos.
  • Explicarles qué ha ocurrido, con calma y firmeza, dándole información que puedan entender, explicando lo que sucederá más adelante –por ejemplo, que esa noche dormirán todos juntos en un albergue–, y respondiendo a sus preguntas: los menores estarán menos temerosos de las cosas que conocen y pueden comprender.
  • Escuchar y estimularles para hablar sobre sus miedos. Ayudarles a separar lo real de lo irreal (producto de su imaginación), preguntarles sobre sus pensamientos principales, que describan sus sentimientos, que hagan dibujos o escriban sobre lo ocurrido; en definitiva, permitir que los menores demuestren sus emociones
  • Promover la vuelta a sus rutinas anteriores lo antes posible (escuela, juegos, comidas, descanso), tener un horario regular y hacer planes con ellos, para restaurar su confianza en el futuro.
  • Incluir a los menores en las actividades de reconstrucción, o en la elaboración de planes familiares/escolares de emergencias, asignándoles responsabilidades que les ayudarán a sentirse parte de esa recuperación, a restituir la sensación de seguridad y a comprender que las cosas volverán progresivamente a la normalidad, aunque la situación sea diferente.
  • Evitar la sobreexposición a los medios de comunicación que pueden aumentar su miedo y producir una mayor confusión, así como buscar fuentes oficiales de información y evitar las noticias no veraces.
  • Ser tolerantes con los cambios en el comportamiento de los menores, relajar un poco las reglas y bajar temporalmente las expectativas de rendimiento, tanto en casa como en el colegio.
  • Trabajar en estrecha relación familias y profesorado para potenciar los resultados conseguidos en ambos entornos.
  • Finalmente, en el caso de que un menor mantenga durante un largo periodo de tiempo conductas disfuncionales por su duración o por su intensidad, la familia podría necesitar el asesoramiento profesional.