3. Orientaciones de apoyo psicológico

3.2. Orientaciones de apoyo psicológico en la adolescencia

Para la actuación con los adolescentes seguiremos las orientaciones propuestas con la infancia, pero tendremos en cuenta las características de esta etapa evolutiva.

En el caso del adolescente, la persona de referencia ya no será la familia, sino el grupo de iguales, es decir, las amistades. Por ello, una de las orientaciones clave es que el grupo de amistades tenga un efecto positivo para el adolescente, no fomentando la práctica de actividades nocivas y peligrosas.

Es importante estimular a los adolescentes a dialogar sobre las emociones vividas, ayudándoles a diferenciar entre los hechos y sus percepciones. Debemos preguntarles sobre sus pensamientos principales, que describa sus sentimientos; en definitiva, permitir que los adolescentes afectados demuestren su pesar.

Una forma de conseguir confianza puede ser que las personas adultas compartan sus propias vivencias, sus dudas y los motivos de sus decisiones, para así conseguir que el adolescente los vea como personas que también reflexionan, dudan y se equivocan, con las que pueden compartir y buscar apoyo.

Un aspecto muy relevante, que señalan múltiples autores –como Maroto o Fernández Liria– es el del adecuado cumplimiento del rito funerario, propio de la cultura de la familia afectada, para lograr la resolución del proceso de duelo, por su relevancia en cuanto a que se trata de una recreación del paso de un estado a otro incompatible con la compañía actual.

Este rito implica la realización de una ceremonia y actos simbólicos, en base a la cultura y creencias de las personas afectadas por la pérdida, que ponen de manifiesto la separación del fallecido del grupo de pertenencia. El funeral, en este aspecto, cumple tres funciones básicas:

  • Ayuda a demostrar a las personas emocionalmente unidas a la persona fallecida que la pérdida es real, lo que permite la ventilación emocional y la manifestación pública del dolor.
  • Permite a otros miembros de la comunidad despedirse de la persona fallecida, canalizando las emociones de una forma aceptable.
  • Establece un intercambio social y una demostración de altruismo recíproco.

Manos

Imagen: Manos. Licencia: Pexels

La particularidad, en el caso de las catástrofes, es que el rito funerario adquiere, por un lado, un carácter público, transformándose en un funeral social, y por otro, la más que probable existencia de personas desaparecidas impide que dicho rito permita manifestar ese momento de separación, ya que, sencillamente, el cuerpo no está presente.

Es una buena estrategia hacer partícipes a los adolescentes de ciertas actividades de reconstrucción, acordes a sus destrezas, como refuerzo de su capacidad. Asignarles responsabilidades que les proporcionen la satisfacción de sentirse útiles y, por tanto, contribuyan a restablecer la sensación de seguridad. Esta participación, a su vez, permite trasladar la esperanza y comprensión sobre un futuro de normalidad que permitirá rehacer sus vidas.

Existen cambios en las personas que afectan directamente a su rendimiento, por lo que se impone una tolerancia sobre los nuevos comportamientos, relajando reglas y reduciendo las exigencias respecto a las tareas domésticas y educativas. Para conseguir resultados al respecto, debe existir una buena coordinación entre docentes y familias mediante un trabajo conjunto.

Finalmente, es esencial un seguimiento del comportamiento de los menores afectados, tanto en el ámbito familiar como en el educativo pues, en el supuesto de que mantenga comportamientos preocupantes a largo plazo, podría ser necesaria la intervención de un profesional.