2. Agentes implicados

2.2. Quienes agreden. Los y las agresores y agresoras

Viñeta con los agentes implicados: agresores víctimas y testigos

Imagen 3. Agentes implicados: agresores víctimas y testigos. Elaboración propia. Licencia CC BY-ND

Es un pringado Es que él se lo busca. Es una broma. Todos lo hacemos

Quienes ejercen el rol de agresores son mayoritariamente varones, físicamente más fuertes que el resto de compañeros. Se muestran seguros de sí mismos y dispuestos a intimidar y a agredir. Suelen presentar una personalidad impulsiva, son autosuficientes y extrovertidos. En cuanto a su autoestima, los datos son contradictorios, aunque suele ser más alta que baja. Tienen tendencia a la violencia, poseyendo un temperamento reactivo. Presentan necesidad de ejercer el dominio sobre los demás, enfrentándose a los compañeros y a los adultos.

En algunos casos, los y las agresoras perciben o atribuyen erróneamente agresividad en las otras personas, interpretando y viviendo determinadas situaciones como una agresión hacia ellos mismos y reaccionando en consecuencia. Consideran el ejercicio de la violencia como la solución a sus problemas.

Si bien algunos de ellos presentan deficiencias en habilidades sociales para la comunicación y la negociación sobre lo que quieren o necesitan, en otros casos son muy hábiles en el manejo de las situaciones sociales. Tienen dificultades de autocontrol de sus reacciones agresivas y su ira.

Su nivel en la escala moral es bajo. Tienen escasa conciencia sobre la corrección y aceptabilidad de los actos que realizan, careciendo de empatía hacia los sentimientos de los demás. No experimentan sentimientos de culpabilidad y suelen tener buena capacidad para autoexculparse de la responsabilidad de sus actos negativos. Tienden a ver las situaciones sociales únicamente desde su propia perspectiva.

Socialmente tienen mala integración escolar, a causa de su forma de relacionarse con los compañeros. En el grupo son respetados a causa del miedo que provocan, aunque su conducta no es aceptada. Si bien su popularidad va decayendo a medida que aumenta la edad, se trata de alumnado menos popular que el resto, pero más que las víctimas.

Tienen una peor actitud respecto al profesorado y hacia los compañeros, que los no agresores y que las víctimas.

Muchos de ellos/as viven situaciones de desarraigo y carencias afectivas familiares.

En ocasiones, los menores que ejercen el acoso son académicamente notables, deportivamente exitosos y considerados como buenos alumnos por su profesorado, que es resistente a considerar la posibilidad de la existencia de otra faceta en la actuación de este alumno que en clase no da problemas.

Aunque cada persona tiene sus propias circunstancias y características, que cambian a lo largo del tiempo, parece existir cierta tipología entre los y las agresores y agresoras:

  • Agresores seguros de sí mismos, o agresores puros.
  • Son personas que sienten satisfacción al ejercer su dominio cuando humillan a la víctima o cuando en un ataque colectivo perciben su liderazgo sobre el grupo.

Dentro de este grupo hay dos subgrupos:

  1. Agresor/a activo/a, que ejerce la agresión personalmente, jactándose de su fuerza, desafiando a la autoridad, insensibles ante el sufrimiento de los demás y con descontrol emocional.
  2. Agresor/a social-indirecto, que manipula la situación haciendo que sean sus seguidores quienes se vean comprometidos.

La mayor parte de los agresores pertenecen a estos dos tipos anteriores. Sin embargo, existen también otro tipo, el de agresor/agredido. Son personas impopulares y disruptivas. Son agresores y, al mismo tiempo son también agredidos por compañeros más fuertes. Algunos autores los denominan agresores victimizados.

Como agresores secundarios, el mismo autor, indica dos  tipos:

  1. Agresor secuaz o pasivo. Se trata de personas que acompañan y respaldan la agresión pero que no actúan ni participan directamente en ella. O bien pretenden asegurarse la protección de un líder al que temen, o bien pretenden asegurar su posición en el grupo.

  2. El agresor ansioso, o reactivo. Por último, en torno a una quinta parte de los agresores y agresoras pertenecen a este grupo, que se caracteriza porque comienza a actuar de forma agresiva cuando se ven superados por la tensión que muchas veces está ocasionada por sus propias atribuciones o juicios erróneos. Son personas inestables emocionalmente, ansiosas e inseguras. En ocasiones eligen mal a sus víctimas, siendo éstas más fuertes que ellas mismas, por lo que acaban sufriendo su reacción violenta.