Educación, Inclusión, Convivencia y Aprendizaje
7. La participación como requisito de convivencia positiva
No conseguiremos desarrollar un clima de convivencia positiva en el centro docente si, entre otras actuaciones, no promovemos una participación que genere sentido de pertenencia, corresponsabilidad y protagonismo de alumnado, familias y personal no docente.
En unas sesiones de formación que tuvimos el placer de compartir en el curso 2018-19 con monitoras de comedor, la inmensa mayoría de ellas manifestaron no sentirse tenidas en cuenta, ni atendidas sus necesidades, ni consultadas a la hora de tomar decisiones organizativas que les afectaban. Señalaban que pasaban con el alumnado más de dos horas y media diarias, en un espacio en que, además los datos nos dicen que es escenario frecuente de las conductas de acoso entre los escolares. Afortunadamente hubo excepciones que insistieron en dejar constancia de que su situación distaba de la descripción anterior, pero fueron eso, excepciones.
Las familias, por su parte, acuden en los primeros años de escolarización a las reuniones de tutoría, ofrecen su colaboración para el desarrollo de actividades complementarias, se presentan candidatas a integrar el Consejo Escolar… y lamentablemente esa participación va decayendo a medida que subimos de nivel y etapa educativa.
¿Y el alumnado? ¿Qué posibilidades tiene de participar realmente en la vida del centro? ¿Les damos voz, más allá de la controvertida figura de delegado/a de clase? ¿Se siente partícipe de la gestión de la convivencia? ¿Se promueve realmente su protagonismo?
No podemos aspirar a una educación de calidad, revertir el papel pasivo y meramente receptor del alumnado, sin dejar de mirar con recelo a las familias y desconfiar de su participación, sin hacer que todas las personas de la comunidad educativa se sientan partícipes y corresponsables del centro educativo.
Si hablamos de acoso escolar entre iguales, debemos necesariamente incorporar a los iguales en nuestro plan de prevención y actuación. El alumnado es quien más cerca está de otro alumnado, quien conoce lo que se dice y visiona en las redes sociales, quien percibe los cambios en las relaciones, quien es testigo de los comportamientos contrarios a la convivencia, quien puede informar, intervenir o pedir ayuda y, en definitiva, quien debe ser educado en la ciudadanía activa y comprometida.
El protagonismo del alumnado, concretado en los sistemas de ayuda entre iguales, pero no solo en ellos, conecta directamente con el cuidado mutuo, de manera que interiorizan este valor, lo ponen en práctica de manera concreta y aprenden a cuidar a los compañeros y compañeras que lo necesitan.
En una sesión de un curso de formación, un profesor me cuestionó el hecho de que la formación para la resolución de conflictos y ayuda se ofreciera sólo para el alumnado participante en Sistemas de Ayuda entre iguales. ¡Tenía razón! Estas competencias deben integrar la propuesta curricular para todo el alumnado.
Participando en los sistemas de ayuda entre iguales, el alumnado adquiere capacidades y recursos para poder resolver conflictos cotidianos, convirtiéndose en protagonistas de la mejora de la convivencia. Desarrollan valores de respeto, aceptación, aprecio y cooperación, así como las competencias y habilidades necesarias para la convivencia positiva. De ello se beneficia tanto el alumnado receptor de la ayuda, como quien la presta y quien acompaña y forma a los y las integrantes de los Sistemas. Con perdón de la Real Academia, yo suelo utilizar el vocablo “ayudantados” que viene a significar que, en este precioso proceso, todos y todas somos al mismo tiempo ayudados y ayudantes.
Queremos añadir a todas estas razones, que no son pocas, que reconocer y valorar la aportación a la convivencia positiva tiene un fabuloso valor de atención a la diversidad. En muchas ocasiones, alumnado que desgraciadamente ha tenido pocas experiencias de reconocimiento y valoración por su desempeño en competencias a las que la escuela ha estado más atenta, es objeto de reconocimiento por sus habilidades comunicativas, su inteligencia emocional y sus valores de compromiso y solidaridad. Su sonrisa de gratitud y orgullo ante el profesorado y alumnado que ahora los aprecia y valora es, sin duda, el mejor regalo y buen motivo de reflexión para todos nosotros.
Por lo que se refiere a las familias, a las madres y padres, al menos en teoría, todo el mundo es consciente de la importancia y necesidad de su participación y colaboración en general y, en el trabajo de la convivencia en particular. La realidad, sin embargo, suele ser distinta. En el trabajo a favor de la convivencia la voz de las familias ha estado ausente. No se niega su necesidad ni su importancia, pero no se han encontrado cauces adecuados para su presencia.
El trabajo de la convivencia no puede llevarse a cabo sin la participación de las familias. No puede la escuela trabajar en una determinada dirección y las familias ir en sentido contrario, ignorando, si no deshaciendo mutuamente el trabajo que se lleva a cabo en cada uno de los ámbitos. Ha de potenciarse y promoverse la presencia y colaboración de las familias de manera positiva, haciendo que puedan participar de forma activa en la comprensión y en la mejora de la convivencia en los centros educativos. Esto implica desarrollar un protagonismo responsable, lo que exige a su vez convertirlos en agentes bien preparados e informados, capaces de intervenir en las situaciones complejas en que se desarrolla la convivencia.
Para terminar, nos gustaría invitar a los profesores y profesoras que realizáis este curso a disfrutar en vuestro centro educativo de la experiencia de realizar una adaptación de la técnica WORLD COFFEE, que nosotros venimos denominando como WORLD CHUCHES. Se trata de una dinámica muy potente y flexible, que hemos utilizado con éxito en muchas y variadas ocasiones, con alumnado, profesorado, familias, personal no docente, formadores y hasta con inspectoras e inspectores de educación.
Esta técnica permite, con una excelente eficacia, recoger aportaciones de un numeroso grupo de personas, canalizando la información, distribuyendo la participación entre los asistentes y creando un ambiente distendido y amable.
Proponemos utilizar esta técnica en las sesiones de acogida de familias al comenzar cada etapa educativa. Es una estupenda forma de promover la participación y romper con la inercia de ir al centro educativo con una actitud más pasiva “a ver qué nos dicen”.Cómo organizar un “WORLD CHUCHES”
- En función del número de participantes y la cuestión a analizar, definimos una serie de cuestiones sobre las que nos gustaría recoger opiniones, valoraciones, sugerencias. Redactamos una pregunta para cada una de ellas y la escribimos en la parte superior de un trozo de papel continuo o una cartulina.
- Preparamos una sala en la que dispondremos una serie de mesas, identificadas con un número grande, fácilmente visible. En cada mesa se coloca el papel con la pregunta correspondiente y una cesta con chucherías, galletitas, frutos secos… Alrededor de las mesas ubicamos un máximo de siete u ocho sillas (una para el secretario/a y las otras para los participantes).
- A cada participante se le entrega una tira que contiene el orden en que deberá ir transitando por las distintas mesas. Antes de abandonar cada mesa, el secretario les tachará el número correspondiente a la mesa en que ha estado, para evitar que se despisten.
- Presentamos a las personas participantes la dinámica: en cada mesa hay una pregunta sobre la que reflexionar. Las personas van pasando por las distintas mesas, pero no por el mismo orden. Una vez que todo el mundo esté ubicado en su mesa correspondiente, se dispondrá de 6-7 minutos, para que todas las personas aporten. Las intervenciones han de ser breves y concretas. Todos los participantes deben intervenir.
- Una vez transcurrido el tiempo que otorguemos a cada turno, el coordinador de la sesión indicará (preferentemente haciendo sonar una música animada) que es tiempo de pasar a la siguiente mesa y cada persona acudirá a la mesa cuyo número le corresponda en la siguiente ronda. Cada participante irá pasando de una a otra mesa, en un orden distinto al de los demás. En cada mesa nos reuniremos con un grupo distinto con el que habíamos estado anteriormente.
- En cada mesa habrá una persona que realiza las funciones de secretario/a. Introducirá la pregunta y resumirá las intervenciones que se hayan hecho en las rondas anteriores, incorporando las nuevas o remarcando aquellas que se reiteren por más de una persona.
Finalizadas todas las rondas, los secretarios de cada mesa leerán la pregunta y expondrán en público las aportaciones recogidas.