Prevención y autoprotección en el entorno: grandes concentraciones humanas y otros

Sitio: Aularagón
Curso: Formación sobre riesgos y emergencias de Protección Civil
Libro: Prevención y autoprotección en el entorno: grandes concentraciones humanas y otros
Imprimido por: Invitado
Día: sábado, 8 de noviembre de 2025, 10:19

1. Introducción

En nuestra vida diaria, nos encontramos con muchas y diversas circunstancias que surgen durante actividades como viajar, ir de compras o, simplemente, disfrutar de una actividad cultural, religiosa o deportiva. Estas acciones tan cotidianas implican aceptar el riesgo que pueden presentar las grandes concentraciones humanas. Por ello, resulta imprescindible conocer las medidas de autoprotección con las que cuentan en los recintos y los medios de transporte que utilicemos.

De igual forma, en nuestro entorno más próximo ­–en el centro educativo, en nuestra vivienda o en las actividades que realizamos al aire libre– existen riesgos potenciales, por lo que conviene conocer qué medidas debemos adoptar para evitar su aparición o reducir su impacto.

Es importante conocer tanto las medidas de prevención aplicadas por las organizaciones como las medidas de prevención y autoprotección que podemos llevar a cabo los ciudadanos.

2. Los riesgos en las grandes concentraciones humanas: elementos de prevención y medidas de autoprotección

Nuestras sociedades actuales se caracterizan por unos parámetros claramente diferenciados de los de otras épocas: nunca ha habido tanta población en el planeta ni tan interconectada digital y físicamente mediante una amplia red de rutas terrestres, marítimas y aéreas.

Una consecuencia de la movilidad y el aumento de población es el fenómeno de la concentración humana en grandes urbes y, dentro de ellas, en eventos de todo tipo como, por ejemplo, los acontecimientos lúdicos, culturales o, incluso, la propia acción de abastecerse en grandes centros comerciales. 


Imagen: Acontecimiento deportivo. Licencia: Pexels


Imagen: Concentración humana en un concierto. Licencia: Pixabay

La movilidad también implica desplazamientos en medios colectivos de transporte, con rutas a destinos más variados, con mayores frecuencias y utilizando tanto medios terrestres como aéreos y marítimos.


Imagen: Terminal de transportesLicencia: Pixabay

Estos hitos de nuestras sociedades actuales no están exentos de riesgos, derivados precisamente del gran número de personas que acuden a estos acontecimientos o utilizan las infraestructuras comerciales, culturales, deportivas o de transporte. En estos grupos tan numerosos de personas que se concentran, en un momento puntual, en un espacio determinado –normalmente a causa de un objetivo común o compartido– se generan dinámicas que pueden llegar a ser muy complejas. En circunstancias muy excepcionales, estos desplazamientos repentinos pueden llegar auténticas estampidas.

Una concentración humana es grupo muy numeroso de personas que, en un momento dado, se congregan en un espacio determinado, habitualmente con un objetivo común o compartido. En estas concentraciones de personas, pueden generar dinámicas difíciles de controlar, capaces de provocar movimientos súbitos y avalanchas humanas

El pánico colectivo, aunque infrecuente, se forma ante la falta de información frente a un suceso desencadenante, que no necesariamente es peligroso en sí mismo. En algunas circunstancias, esto provoca que la masa humana imite el desplazamiento de alguna persona, supuestamente informada, escapando todos en una misma dirección y provocando una estampida, como bien definía este fenómeno el sociólogo Andrés García, de la Dirección General de Protección Civil y Emergencias. 

No obstante, citando a otros autores (Fidalgo et al.), la falta de información no es el único elemento, sino que se trata de un tema multifactorial, ya que existe una serie de condicionantes:

  • Que exista un gran número de personas.
  • Que los individuos están en contacto unos con otros, es decir, que exista aglomeración.
  • Que se vean sometidos a un conflicto común entre impulsos opuestos (por ejemplo, precipitarse sin guardar turno frente a los que sí lo hacen).
  • Que exista la posibilidad de escapar y la de quedarse atrapado, es decir, que exista la posibilidad física de ejecutar el impulso que, normalmente, no se realizaría.

No obstante, la clave del desencadenamiento habría que situarla, no tanto en el número de personas, sino en la escasez de salidas.

La fuerza generada por la concentración humana en movimiento es tan intensa que, cualquiera que no se mueva en la misma dirección y a la misma velocidad, es arrollado por esta.

De ahí la relevancia de que las personas conozcan las medidas de prevención que deben existir en acontecimientos sociales de gran afluencia a los que acudan, con la finalidad de evitar la falta de información ante un incidente. Asimismo, conocer por dónde abandonar el recinto si fuera necesario y que la vía de evacuación pueda dar salida a todas las personas que se encuentran en el interior de este.

En estas actividades, por tanto, será primordial contar con:

  • Una buena información, mediante señales que nos indiquen dónde están las salidas, por dónde se llega a ellas y en qué lugar encontraremos medios de autoprotección como extintores o bocas de incendio equipadas.
  • La afluencia de personas en un lugar concreto debe ser acorde a un aforo que permita su salida rápida en caso de que se presente una emergencia.
  • Las vías de escape y salidas hacia lugares seguros deben contar con las dimensiones adecuadas para no provocar aglomeraciones y siempre deben estar libres de obstáculos.
  • La actividad debería contar siempre con un equipo de personas organizadas para prevenir cualquier incidencia y controlar tanto el acceso como la salida de asistentes al evento.


Imagen: Señalización salida de emergenciaLicencia: Pexels

En muchas circunstancias, cuando la actividad desarrollada es de una gran magnitud, la persona titular de la actividad debe elaborar e implantar, como medida preventiva, un plan de autoprotección. Este es una plan de protección civil que se desarrolla en actividades capaces de generar una emergencia grave. El documento analiza las distintas fuentes de peligrosidad del recinto y establecen medidas para evitar su aparición. En el supuesto de que acontezca una emergencia, el plan debe definir cuál es la organización de respuesta con equipos preparados para salvaguardar a las personas y evitar o reducir los daños en las instalaciones.

Es importante diferenciar la autoprotección corporativa y ciudadana:

  • La autoprotección ciudadana se puede entender como la ejercida por los ciudadanos en el marco físico donde se desenvuelve su vida. Por tanto, se puede hablar de: autoprotección individual, autoprotección familiar, autoprotección en comunidades…
  • La autoprotección corporativa es el sistema de acciones y medidas adoptadas por una entidad pública o privada, encaminadas a prevenir y controlar los riesgos, a dar respuesta a las emergencias y a garantizar la coordinación de las acciones que se adopten con el sistema público de Protección Civil.


Web: Autoprotección. Fuente: Dirección general de protección civil y emergenciasLicencia

Estos planes de autoprotección se desarrollan dentro de la denominada autoprotección corporativa. La prevención de los riesgos en el trabajo es un buen ejemplo de ello. Lo que ocurre es que, en algunos casos, las emergencias que pudieran acontecer son tan graves que la normativa de protección civil exige, además de las propias medidas del ámbito laboral, disponer de ese plan para reducir los efectos sobre la población, debido a las graves consecuencias colectivas que puede alcanzar un siniestro en su centro productivo.

Al igual que la ciudadanía, las organizaciones deben desarrollar una serie de valores preventivos y destrezas frente a los riesgos dentro de su propia organización empleando sus propios recursos.

Simulacro de incendio en un centro comercial

Vídeo: Simulacro de evacuación en el Centro Comercial El Tormes. Canal: Salamanca24horas TVLicencia: YouTube

En estos acontecimientos sociales, donde la población se concentra para la celebración de eventos o actividades culturales, es frecuente que la solidaridad de un grupo se haga presente a través del voluntariado en protección civil.

Las actividades del voluntariado de Protección Civil, tal y como determina la Ley del Sistema Nacional de Protección Civil, se realizan a través de entidades locales denominadas agrupaciones de protección civil. Esta es una forma de promover la participación de la ciudadanía y la formación más especializada de estas en apoyo del Sistema Nacional de Protección Civil.

El voluntariado de protección civil

Vídeo: CAMPAÑA SI AL VOLUNTARIADO- Área de Protección Civil. Canal: Social GobCan. Licencia: YouTube 

La movilización de estas organizaciones de voluntariado, en los casos establecidos en los planes de protección civil, está siempre subordinada a las directrices de los servicios públicos de respuesta ante emergencias. Estas organizaciones,  resultan imprescindibles para la prevención de riesgos en las actividades que concentran a gran cantidad de personas, participando en la organización y en la implantación de medidas de autoprotección que generan un entorno más seguro para la ciudadanía.

Siguiendo las publicaciones de la Dirección General de Protección Civil y Emergencias estas son algunas de las medidas de autoprotección individual en grandes concentraciones humanas:

Antes de acudir:

  • Presta atención a las informaciones oficiales que se emitan sobre el acontecimiento, así como a las previsiones meteorológicas.
  • Hidrátate bien antes de salir y llevar agua en botellas de plástico.
  • Si vas acompañado, acordad un punto de reunión donde volver a encontraros en caso de separación o pérdida.
  • Si vas con niños, avísales de la importancia de no separarse de ti y llévalos a hombros o de la mano en todo momento.
  • Es muy importante que lleves siempre la documentación contigo, así como la de los niños y niñas o personas con discapacidad.
  • Si te desplazas a pie por los alrededores o en carreteras cercanas, asegúrate siempre de ir por la izquierda y por el arcén y de ser visible en todo momento para no tener peligro de atropello.

Durante el acontecimiento:

  • Al llegar al recinto, infórmate de dónde se encuentran las salidas, especialmente el itinerario de salida más próximo a tu área.
  • Respeta siempre las zonas de paso. No bloquees puertas, vomitorios o pasillos de acceso a las localidades parándote en ellos.
  • No circules corriendo e intenta mantener la calma ante cualquier situación que se presente.
  • En concentraciones masivas en el exterior, evita las aglomeraciones. Si tienes la sensación de estar atrapado o atrapada sin salida posible, busca una ubicación alternativa donde puedas localizar una vía de evacuación.
  • No te sitúes en lugares desde los que puedas caer en caso de que te empujen (barandillas, muros, escaleras...)
  • Respeta en todo momento las instrucciones de los servicios de orden que están para salvaguardar tu seguridad. Acude a ellos ante cualquier emergencia que sufras o presencies.
  • En las romerías, no te pongas en la parte posterior de los caballos.
  • En exhibiciones pirotécnicas, ten cuidado con los fragmentos incandescentes que caen y no te aproximes a estos por debajo de la distancia de seguridad que definan los organizadores.
  • No consumas sustancias estupefacientes ni alcohol porque esa conducta puede poner en riesgo la seguridad de los demás asistentes y la tuya.
  • No lleves objetos que puedan afectar a la seguridad del resto de espectadores (bengalas, botellas de vidrio, navajas...)

En una situación de emergencia

  • Intenta mantener la calma y permanece atento a las indicaciones de los servicios de emergencia.
  • Si estás en un recinto cerrado, no utilices los ascensores.
  • Dirígete a las salidas por los lugares indicados sin detenerte. En ningún caso vuelvas para atrás.
  • Evita gritar, correr o empujar a los demás, ya que podrías provocar situaciones muy peligrosas para la gran cantidad de personas que se han concentrado.
  • Una vez estés en una zona segura, si no encuentras a alguna persona con la que ibas, informa a los servicios de emergencia.

Ante avalanchas o estampidas

  • Si te ves en medio de una estampida humana, ubica la vía de evacuación más cercana y sigue las instrucciones de los agentes de seguridad.
  • Pon firme las piernas sobre el suelo para permanecer de pie y no tropezar, pues si tú tropiezas, podría provocar el efecto dominó con personas cercanas.
  • Cubre tu pecho con los brazos controlando tu respiración y usa los codos para mantener algo de espacio alrededor.
  • Aléjate de muros y paredes para evitar el peligro de aplastamiento

Después del acontecimiento

  • Abandona el recinto de forma ordenada, siguiendo el orden de salida lógico y respetando a los demás.
  • La prisa y el desorden en la salida pueden ocasionar una avalancha de personas con el consiguiente riesgo de aplastamiento y de peligro para la vida.

Otro ámbito importante, cada vez más frecuente en nuestras sociedades, es el de la movilidad donde, además de la que realizamos con nuestros propios medios utilitarios de transporte, se une la cada vez más frecuente realizada con medios colectivos de transporte como son los ferrocarriles, líneas aéreas, marítimas o de autobús.

Los medios de transporte colectivo, por lo general, emplean grandes instalaciones, donde acuden las personas que van a viajar en ellos. En estos lugares –estaciones, puertos, aeropuertos– siempre hay riesgo por grandes concentraciones humanas, como hemos visto anteriormente.

Una vez el pasaje se encuentra dentro del medio de transporte y se inicia la ruta, la seguridad de las personas está protegida por la normativa propia que regula ese tipo de actividad. Tanto en navegación aérea como en la marítima, por ejemplo, en los primeros compases del viaje, se informa a todo el pasaje de las medidas de emergencia y evacuación siguiendo las instrucciones de las organizaciones internacionales que regulan la aviación aérea y la navegación.


Imagen: Interior de un aeropuertoLicencia: Pixabay

Todos estos recursos, gracias a los cuales nos movemos libremente por todo mundo, cuentan, al igual que las instalaciones que acogen a las multitudes, con los mismos elementos de seguridad:

  • Los transportes colectivos de personas cuentan con un aforo máximo de ocupantes que no debe superarse.
  • Todos disponen de algún tipo de señal identificando la salida del vehículo y cuentan con medios de autoprotección (martillo para romper un ventanal de salida de emergencia, bote y chaleco salvavidas, máscara de oxígeno, cinturones de seguridad...)
  • Existe en todos ellos una tripulación adiestrada que indicará al pasaje qué medidas de autoprotección deben adoptar ante un incidente o emergencia.

Cuando empleamos este tipo de recurso para nuestra movilidad, es fundamental atender a las instrucciones que nos ofrezcan la tripulación de cabina pues han sido adiestrados adecuadamente y tienen la información correcta de qué está sucediendo en caso de incidente.

La respuesta de las autoridades de protección civil, además, está contemplada y planificada. En el supuesto de un accidente aéreo, por ejemplo, el Reglamento de la Unión Europea para la prevención de accidentes e incidentes en la aviación civil determina un conjunto de medidas tendentes a garantizar la asistencia a las víctimas y a sus familiares estableciendo la figura de la Persona de Contacto con las víctimas y sus familiares, recogido en Real Decreto 632/2013, de 2 de agosto, de asistencia a las víctimas de accidentes de la aviación civil y sus familiares.

Lo mismo sucede en el supuesto de accidentes graves en el transporte colectivo, donde se prevé una asistencia multidisciplinar y la constitución de un Centro de Atención a Familiares (CAF) y Oficina de Asistencia a Víctimas (OAV) y sus Familiares recogido en Resolución de 14 de mayo de 2014, de la Subsecretaría, por la que se aprueba el Protocolo de Coordinación para la asistencia a las víctimas de accidentes de aviación civil y sus familiares.

Estos equipos de atención psicosocial son activados en estos siniestros y ayudan a las personas afectadas y a sus familiares directos en múltiples cuestiones, facilitándoles, además, unos adecuados primeros auxilios psicológicos.

Simulacro de accidente aéreo

Vídeo: Aena | Aeropuerto de Alicante-Elche realiza un simulacro de emergencia aéreaCanal: AenaLicencia: YouTube

Por ello alguna de las medidas preventivas que debemos adoptar cuando viajamos en un medio de transporte colectivo son:

  • Nunca superar el número máximo de viajeros, avisando a la tripulación si observamos que pueda haber personas que han subido al transporte sin autorización, pues ponen en riesgo nuestra integridad. Esta es medida que debe ser garantizada por la organización.
  • Prestar siempre atención a las instrucciones que la tripulación nos indique.
  • En un accidente, el equipaje no es una necesidad, sino salir del entorno siguiendo las instrucciones sin provocar demora alguna, pues esta pone en peligro la vida de otras personas.
  • Conocer cómo acceder a las vías de salida y prestar atención a las indicaciones de cómo emplear los medios de autoprotección que nos faciliten.
  • Una vez fuera del transporte y ubicados en lugar seguro, atender a las indicaciones de los equipos de respuesta: ellos se encargarán de todo lo necesario para nuestra atención y bienestar emocional.

Si un familiar directo viajaba en un medio de transporte siniestrado, debemos siempre contactar con las autoridades, que habrán designado a un equipo para atendernos y facilitarnos toda la información necesaria.

3. Identificación de posibles situaciones de riesgo y medidas de autoprotección en el entorno próximo: centro escolar, vivienda, actividades al aire libre o en la vía pública

La Ley del Sistema Nacional de Protección Civil define las emergencias, dentro de su ámbito competencial, como aquellas situaciones de riesgo colectivo sobrevenidas por un evento que pone en peligro inminente a personas o bienes y  que exige una gestión rápida por parte de los poderes públicos, para atenderlas, mitigar los daños y tratar de evitar que se conviertan en una catástrofe.

Ello se contrapone a las emergencias ordinarias, que no tienen afección colectiva y que son propias del riesgo de nuestro entorno próximo. Sin embargo, una acción proactiva de detección de situaciones peligrosas en todo lo que nos rodea, así como el desarrollo de habilidades preventivas y de respuestas efectivas ante este tipo de situaciones son, sin duda, destrezas personales que permiten un comportamiento del principio de precaución cuando acontecen eventos con efectos colectivos.

Por ejemplo, el adecuado manejo de un extintor, en los primeros momentos de un incendio en una vivienda, evita la propagación del fuego.


Imagen: Alarma detector humo. Licencia: Pixabay

Como este ejemplo habría otros muchos: la adecuada revisión de la instalación del gas, evitar la conexión de múltiples aparatos eléctricos a una regleta en malas condiciones, revisar nuestro cuadro de luz, el correcto funcionamiento de los magnetotérmicos frente a sobretensiones, etc.

Como se indica en el Real Decreto 393/2007, de 23 de marzo, por el que se aprueba la Norma Básica de Autoprotección de los centros, establecimientos y dependencias dedicados a actividades que puedan dar origen a situaciones de emergencia, la Norma Básica de Autoprotección, establece que el titular de un establecimiento en el que se produce una actividad de riesgo debe elaborar, implantar y mantener operativo el Plan de Autoprotección. Este no solo debe tener en cuenta los riesgos propios de la instalación sino, quizás más importante, los del entorno que la rodea. Y ese concepto también debemos llevarlo a nuestra vida cotidiana: ¿conocemos los riesgos de protección civil que nos rodean? ¿Nuestra vivienda se encuentra en un lugar seguro?

Si somos capaces de sensibilizar a las personas sobre las situaciones de riesgo de los lugares donde conviven e, incluso, de que adquieran destrezas sabiendo hacer determinadas maniobras con los medios de autoprotección de su entorno, su actitud podrá ser más proactiva frente al potencial riesgo colectivo presente en el territorio donde habitan.

Así, no solo desarrollarán sus saberes respecto al riesgo de su propia vivienda sino, como bien determina la Norma Básica, se percatarán de los riesgos colectivos –propios del sistema de protección civil– que afectan a su entorno y evitarán generar estos riesgos o exponerse a ellos. Es decir, se conducirán con la debida cautela tal y como exige la Ley del Sistema Nacional de Protección Civil.

Con ello, lograremos que la población sea consciente del entorno en el que habita. Por ejemplo, evitará bajar al garaje subterráneo a sacar el coche durante un episodio de inundación, salir despavorida de un edificio en pleno movimiento sísmico, exponiéndose a la caída de elementos de fachada, realizar actividades al aire libre cuando se anuncian fenómenos meteorológicos adversos o cocinar con fuego en el monte en época de máximo riesgo de incendio. Como esas, existen otras muchas conductas que, por desconocimiento o pura imprudencia, comprometen la capacidad de respuesta de los medios de protección civil.

En los centros educativos, desde las primeras etapas de la escolarización, encontramos el ámbito idóneo para lograr que el alumnado adquiera esas habilidades preventivas y respuestas efectivas ante emergencias propias de ese ámbito, así como frente a los riesgos de su entorno.

Manual de autoprotección en centros escolares.


Imagen: Autoprotección en centros escolares. Guía didáctica para profesores. Autor: Dirección general de Protección Civil y Emergencias

En consonancia con el manual de autoprotección en centros escolares de la Dirección General de Protección Civil, es imprescindible que el alumnado desarrolle las siguientes habilidades:

  • La previsión o anticipación frente al riesgo, es decir, identificar y detectar el peligro.
  • Una actitud de prevención, eludiendo y adoptando medidas para evitar que el peligro pueda afectarle personalmente o a otras personas.
  • La autoprotección, preparándose para reducir o evitar las consecuencias negativas de un peligro, porque este sea imposible eludir.

El principal riesgo que existe en toda edificación es, fundamentalmente, el de incendio. Este se manifiesta con una peligrosidad térmica, capaz de irradiar una energía calorífica destructora y, sobre todo, una peligrosidad tóxica, derivada de la expansión y avance de los gases de la combustión, los cuales son incompatibles con la vida.

Las principales causas que pueden dar origen a este tipo de siniestro son las siguientes:

  • Como consecuencia de un malfuncionamiento o uso inadecuado de la energía eléctrica.
  • Por la generación de llamas descubiertas a consecuencia de la actividad docente realizada, por ejemplo, en los laboratorios o en experimentos dentro del aula.
  • Por fricciones, soldaduras o de otro tipo de actividades de reparación y mantenimiento que se efectúen en el centro educativo.
  • Por malquerencia o negligencia de las propias personas.

En este caso, a través de la previsión, el alumnado debe ser capaz de identificar la primera señal con la que se manifiesta el fuego: la generación de humo. Siendo consciente de la relación humo-incendio, será capaz de identificar un potencial foco de peligro y avisar de su presencia.

Como principales medidas de prevención (o precaución), podríamos señalar todas aquellas que eviten la acumulación de materiales potencialmente inflamables o que mantengan siempre bajo control posibles focos de calor.

Y como medida de autoprotección, ante la aparición de un incendio, utilizaríamos dos tipos de estrategias para combatirlo:

  • Una estrategia de mitigación, en las primeras fases del incendio –cuando apenas es una llama– combatiendo el elemento peligroso con un medio de extinción como, por ejemplo, un extintor.
  • Una estrategia espacial, aprendiendo a evacuar las instalaciones del centro educativo.

En el supuesto de que no pudiéramos ejecutar ninguna de las estrategias anteriores, únicamente nos quedaría la tercera: la estrategia de blindaje, que consiste en interponer elementos que eviten que los agentes peligrosos –calor y gases– nos alcancen, confinándonos en un espacio lo más seguro posible. Por ejemplo, colocar toallas húmedas tapando las ranuras de las puertas.

“Cierra la puerta al fuego” sería una de las acciones más efectivas en caso de incendio como estrategia de blindaje. Una puerta cerrada tiene un doble efecto, por un lado, nos protege del calor y del humo y, por otro lado, es una acción de ataque al fuego ya que estamos limitando la cantidad de oxígeno que alimenta el fuego.

Vídeo: Cerrar la puerta nos puede salvar de un incendio en casa. Canal: CanalTeleBilbaoLicencia: YouTube

Vídeo. Bomberos: cierra la puerta al fuegoCanal: D'Ocon FilmsoLicencia: YouTube

La evacuación del centro educativo

Vídeo: Plan de actuación ante emergencias. Autor: Dirección general de Protección Civil y EmergenciasLicencia

Junto a este riesgo, podemos encontrar otros muy relacionados con los espacios comunes de un centro educativo como, por ejemplo, los riesgos propios de las entradas y salidas de este, el estado de las escaleras, pasillos, aulas, las pistas de deporte o el laboratorio.

Además, según la normativa de la edificación, existen recintos de especial riesgo de incendio como son la sala de calderas, la secretaría, la zona de reprografía, la cantina o la biblioteca.

Y a ello hemos de unir las actividades extraescolares, las actividades de movilidad colectiva o la asistencia a lugares de pública concurrencia.

Distintos riesgos pueden afectar de manera simultánea, lo que conlleva analizar las medidas de una forma más exhaustiva adaptadas a esa situación.

Según el preámbulo del Real Decreto 393/2007, de 23 de marzo,  "la Norma Básica de Autoprotección establece la obligación de elaborar, implantar materialmente y mantener operativos los Planes de Autoprotección."  

El Plan de Autoprotección consiste en un documento que contempla las medidas necesarias para la prevención de los riesgos en las instalaciones del propio centro educativo y el entorno próximo a la actividad desarrollada; así como la protección y socorro de los usuarios en caso de accidente. Constituye una herramienta fundamental que permite responder de forma eficaz y coordinada en los primeros momentos de una emergencia, resultando de vital importancia su conocimiento y correcta implantación.

El Plan de Autoprotección debe ser elaborado por personal con formación adecuada en autoprotección. Debe ser aprobado por el Consejo escolar a propuesta de la dirección del centro. Además, se designa una persona que será responsable de la implementación y coordinación. Para llevar a cabo esta implantación, se ha de formar específicamente al personal que forma parte del equipo de intervención y, de forma general, a todo el personal y personas usuarias. Asimismo, se deben llevar a cabo actividades como los simulacros y el establecimiento de canales de comunicación con servicios de emergencias locales, para asegurar una respuesta integrada y fluida. También son necesarias la difusión, registro, revisión y actualización del Plan.

Algunas de las actividades previstas en el Plan son:

  • Identificar los riesgos, tanto internos del propio centro, como de su entorno más próximo.
  • Posicionamiento e identificación de señales y elementos de protección: señales indicando la salida de emergencia, detectores de humo, extintores, pulsadores de alarma...
  • Evacuación del edificio en el que nos encontramos ya que en su interior nos encontramos en peligro.
  • Confinamiento o aislamiento temporal de una población, una persona o un grupo por razones de salud o de seguridad.
  • Respuesta ante el siniestro mediante medidas de combate, con los medios de autoprotección, para mitigar la peligrosidad.
  • Coordinación con las capacidades de respuesta ante emergencias del plan de protección civil correspondiente.

El Plan debe prever la realización de SIMULACROS de forma periódica, la mayoría de las veces, de evacuación. Los simulacros se deben planificar con antelación. Se debe diseñar el plan o recorrido para la evacuación de los diferentes espacios del centro, así como dar toda la información a los “actores” que van a participar en este simulacro (profesorado, alumnado, personal de administración y servicios, etc.).

Además, el equipo directivo del centro deberá designar a un equipo de evacuación que será el responsable tanto de la organización del simulacro como de la actuación en caso de emergencia real. Los pasos más importantes a seguir en una evacuación son:

  1. Identificar la señal de alarma.
  2. Seguir las indicaciones de la persona responsable, normalmente el docente encargado del grupo.
  3. Cerrar ventanas y puertas a nuestro paso.
  4. Realizar la evacuación en fila, sin prisas y en silencio.
  5. No debemos coger objetos personales.
  6. No utilizaremos los ascensores.
  7. No se debe volver atrás, salvo que lo indique la persona responsable.
  8. El grupo se dirigirá al exterior, al punto de encuentro establecido en el Plan.
  9. La evacuación empezará por los espacios más cercanos al foco de la emergencia.

Es muy importante, cuando terminemos el simulacro, realizar una reunión de evaluación con todos los participantes, evaluando los puntos fuertes y débiles detectados en el simulacro.

El simulacro de evacuación se debe realizar como mínimo una vez en el curso escolar, durante el primer trimestre. Para poder facilitar la interiorizar de las actuaciones a seguir, se recomienda la realización del simulacro una vez al trimestre.

La importancia de los simulacros reside en que nos permiten interiorizar las medidas, conociéndolas y practicándolas desde un momento de calma y un ambiente controlado, mejorando así la eficacia de actuación. Esto reduce la vulnerabilidad porque incrementa nuestra capacidad de respuesta ante una emergencia real. También permite corregir y mejorar los puntos débiles.

4. Bibliografía

Pueden consultarla en la página web de la Dirección General de Protección civil y Emergencias.