Los jóvenes de +16
3. Los jóvenes, uno de los grandes objetivos de la Seguridad Vial
La permeabilidad de este grupo a cambiar sus hábitos de ocio, desplazamiento etc. obliga a una observación y análisis permanente para entender los datos relacionadas con su movilidad y seguridad.
Hace unos años (finales de los 80), los jóvenes de 18 a 29 años eran los protagonistas de las estadísticas de siniestros viales. El conductor joven, varón en su mayoría, se asociaba a menudo a la “tragedia del fin de semana”.
Una gran parte de los esfuerzos de concienciación, prevención y educación se centraron en este grupo (18-24 años) y la respuesta fue un descenso sostenido, que ha contribuido de forma significativa a la disminución de la siniestralidad vial en España, situado en la actualidad entre las más bajas de Europa.
El comportamiento de los jóvenes es, en gran parte, el resultado de la educación que reciben de la sociedad: familia, instituciones, medios de comunicación, modelos de ocio… y del que todos debemos sentirnos responsable.
Los jóvenes precisan acciones específicas en el proceso de enseñanza-aprendizaje de la educación vial por su especial facilidad para la adaptación a las nuevas tendencias, por ejemplo, son uno de los grupos que hacen un mayor uso de los vehículos de movilidad personal que no precisan autorización administrativa y, más allá del conocimiento de las normas, requieren capacidad de respuesta a situaciones viales en las que se verán inmersos -espacios compartidos con otros usuarios, aparcamiento, velocidad...
Por ello, el mensaje a trabajar en materia de movilidad es que el rol “conductor”, da igual de qué vehículo, supone unas obligaciones y responsabilidades y ser negligentes con ellas puede tener efectos trascendentes y graves para el conductor y para otros usuarios.
Admitir esta realidad no resulta fácil porque la conducción suele asociarse a libertad y, en muchas ocasiones, también a “transgresión” y en el grupo de iguales un conductor responsable no cotiza al alza. Y saber decir NO es un aprendizaje difícil.
Por esta razón una parte importante del trabajo educativo con este grupo debe girar sobre actitudes y valores a partir de la intervención sobre tres grandes factores relacionados entre sí:
- Cognitivos: la importancia de una buena información y su procesamiento Las operaciones que nos permiten procesar la información; la percepción del riesgo, por ejemplo, la atención en la conducción, la identificación de códigos normativos …
- Afectivo-sociales: los sentimientos y emociones, su percepción y control desde la información, la experiencia previa, la actitud, la personalidad...; pueden derivar en comportamientos de riesgo si no se dominan las emociones que, a pesar de producir placer, pueden desembocar en un comportamiento temerario.
- Comportamentales: los hábitos, que resultan de la interacción entre el conocimiento y las emociones.
Un aspecto importante que configura la base de la educación para la movilidad y la seguridad vial es la necesidad de generar conciencia social sobre el valor de la convivencia y la aportación de las personas para facilitarla y mejorarla.
El gran cambio. Jóvenes conductores: anatomía de una nueva generación al volante, Fundación Línea Directa