Educación vial, educación a lo largo de la vida
3. Metodologías más adecuadas para la Educación Vial
En el 80-90% de los siniestros viales el factor humano es determinante -todo lo relacionado con las personas, nuestros conocimientos, estado, hábitos y comportamientos- y, si la educación vial por sí sola no los evita, sí facilita una cultura de seguridad vial que beneficia la convivencia; porque cuando aprendemos, aprendemos para nosotros mismos y nuestra seguridad y esa mejora tiene una repercusión directa en el entorno: nuestra actuación será mejor y el entorno se beneficiará.
La imagen de la educación vial es la de una red en la que cada persona somos un nudo: reforzando un nudo se refuerza la red.
Hay tantas formas de enseñar como profes, pero más allá del estilo de cada uno, hay enfoques que han demostrado más efectividad para determinados objetivos que otros. A la vez, sabemos que no hay una metodología mejor que otra, válida para cualquier situación de enseñanza-aprendizaje, ya que la eficacia de una u otra depende de las necesidades de cada grupo: no es lo mismo un curso de normas de seguridad vial para profesionales de transporte de mercancías peligrosas que para profesorado que se desplazará con chavales en una excursión…
En general, en educación vial las metodologías más adecuadas son aquellas orientadas a generar competencia: saber actuar en las distintas situaciones viales en las que participamos día a día usando los conocimientos y la experiencia.
Hay que tener en cuenta que las consecuencias de las actuaciones viales pueden marcar la diferencia entre la vida, la muerte o la discapacidad en cuestión de segundos.
Deben ser, por tanto, metodologías orientadas “a la acción”, al uso de los aprendizajes, que presenten y aborden la diversidad y complejidad de las situaciones viales que en cada etapa de la vida y en cada momento de ella vivimos.
Situaciones viales, situaciones de aprendizaje
Las situaciones de aprendizaje son escenarios significativos que el alumnado encuentra en su vida real. Plantean una realidad actual, pasada o previsible en el futuro, en un contexto concreto, que hay que analizar y comprender, a la que hay que dar respuesta o sobre el que se tiene que intervenir.
Plantean un reto o problema de cierta complejidad en función de la edad y el desarrollo, cuya resolución implica la movilización de manera integrada de lo aprendido a partir de la realización de distintas tareas y actividades.
Parten del planteamiento claro y preciso de los objetivos que se esperan conseguir y cuyo logro suponga la integración de un conjunto de saberes básicos. Facilitan la transferencia de los aprendizajes adquiridos a la resolución de un problema de la realidad cotidiana en función de su progreso madurativo.
En su diseño, se debe favorecer el desarrollo progresivo de un enfoque crítico y reflexivo, así como el abordaje de aspectos relacionados con el interés común, la sostenibilidad, el respeto a la diferencia o la convivencia, iniciándose en la gestión de las posibles situaciones de conflicto mediante el diálogo y el consenso.
