Educación vial, educación a lo largo de la vida
2. Educación vial, aprendizaje a lo largo de la vida
Aprendizaje a lo largo de la vida (ALV) es la conciencia de que las personas aprendemos siempre, en todo momento y situación y, para ello, usamos todas las oportunidades a nuestro alrededor, sean formales, no formales o informales, en cualquiera de los contextos en los que participamos –personal, social, laboral, educativo-.
La creencia de que la educación vial se adquiere en el aula, en la etapa escolar, o en las autoescuelas al preparar el permiso de conducir, está superada: sabemos que es uno de las primeras enseñanzas que se trasmite en el entorno familiar a través de las actitudes y comportamientos que se viven; es un proceso que se inicia a la edad más temprana y se prolonga a lo largo de la vida porque en cada edad y etapa nos vemos afectados por el fenómeno del tráfico de forma diferente y hacemos uso de la vía pública con necesidades diferentes.
La educación vial es parte de la educación integral de las personas porque de una forma u otra todos participamos del fenómeno del tráfico y es una base eficaz para el desarrollo de la competencia social y cívica: su objetivo es crear hábitos y actitudes de convivencia, ciudadanía, calidad de vida, respeto y compromiso medioambiental y, por supuesto, seguridad vial. Es, por tanto, una parcela fundamental de la educación social y ciudadana.
Busca el desarrollo de competencias y la adquisición de conocimientos que permiten a los ciudadanos dar una respuesta segura en las distintas situaciones de tráfico en las que nos vemos inmersos, mejorando nuestro comportamiento como peatones, pasajeros o conductores con el fin de reducir los accidentes y garantizar la seguridad, propia y de los demás, sea cual sea la edad.
Nos permite saber cómo usar de forma segura las vías públicas, confiar en que los demás también lo harán y que todos adoptaremos conductas que hagan que la usemos con seguridad y fluidez, lo que nos ayuda a ser más felices Es un elemento fundamental para responder a la necesidad y exigencia social de fomentar actitudes de conciencia ciudadana, de responsabilidad en la convivencia y uso de las vías, así como de fomento de actitudes y conductas clave para paliar las consecuencias negativas que del tráfico se derivan..
A través de ella, se mejoran actitudes y hábitos, se adquieren conocimientos en relación a las normas, reglas y señales que regulan la circulación de vehículos y personas por las calzadas y aceras, con el objetivo de conseguir respuestas adecuadas (seguras y fluidas) ante las distintas situaciones de tráfico en las que las personas nos vemos inmersas, ya sea como peatones, pasajeros o conductores.
La educación vial es un instrumento fundamental para prevenir comportamientos y desenlaces de riesgo, y es fundamental para abordar la necesidad y exigencia social de fomentar actitudes de conciencia ciudadana activa y positiva, de responsabilidad en la convivencia y uso de las vías, facilita tomar conciencia de que son muchas las ocasiones en las que las cosas se valoran no cuando se tienen, sino cuando se pierden, lo que en el caso de la vida o de algunas discapacidades derivadas de accidentes viales es demasiado tarde.
Incluye el trabajo sobre las actitudes y la adquisición de los conocimientos necesarios para responder al conjunto de interrelaciones que se producen entre las personas, las vías y los vehículos, y entre éstos y el medio físico, natural y social. Los contenidos y, sobre todo, las actitudes y procedimientos abordados en educación vial han de ser significativos para cada destinatario, relevantes, útiles y, a la vez, tienen carácter universal: el valor de la vida, la salud y el bienestar físico y psíquico, las consecuencias de los actos para uno mismo y los demás, la empatía y la convivencia…