Organización del centro escolar para una convivencia positiva

5. Participación de la comunidad educativa en el centro escolar

5.2. ¿Qué frutos aporta la participación de padres y madres en la escuela?

  1. La motivación de quien actúa.

Cuando se toma parte se tiene como propia la parcela de la intervención. Y aquello que nos es propio nos interesa. La distancia y la pasividad que genera la escuela obedece muchas veces a la sensación de que es algo ajeno, incontrolable, “de otros”.

  1. La educación democrática.

La participación es el mejor camino para el aprendizaje de los valores. Se aprende democracia practicándola. Se aprenden valores encarnándolos en la práctica. Si la escuela se convierte en el paradigma de la democracia, los alumnos aprenderán a ser ciudadanos que practiquen el respeto, la toleran­cia, la solidaridad y la justicia.

  1. El control democrático.

La participación de los padres y madres garantiza el control democrático de la educación. Resulta decisiva esta dimensión porque el control descendente, jerárquico, tiene el inconve­niente de generar miedo y de propi­ciar vasallajes.

  1. La ayuda multifacética.

La participación de los padres y padres se convierte en ayuda no sólo para los hijos de éstos sino para toda la comunidad. Los padres y madres pue­den intervenir en procesos de enseñanza, en la toma de decisiones, en la reivindicación de mejoras...

  1. El conocimiento de otros puntos de vista.

El contraste de opiniones es un medio excelente para comprender la práctica profesional y para mejorarla. El cierre institucional de los centros es uno de sus mayores peligros.

  1. La información bidireccio­nal.

Los padres y madres pueden ofrecer una información sobre sus hijos en concreto y sobre los alumnos en general. Pueden ofrecer información relevante sobre fenómenos sociales, políticos, económicos... que servirán de contraste con los del profesorado y los de los propios alumnos y alumnas.

En una institución educativa la participación no es sólo un instrumento para la mejor gestión sino un camino para la formación de los protagonistas.

La participación es, pues, un fruto en sí misma, no sólo tiene un valor instrumental, como puede suceder en otro tipo de organizaciones diferentes a la escuela. A través de la participación el Proyecto educativo de la escuela gana riqueza, coherencia, rigor y efectividad.

La participación de los padres y de las madres, lejos de atentar contra la profesionalidad de los docentes, la hace posible, la estimula y la potencia. Es precisamente desde la profesionalidad de los docentes desde donde suelen venir los mayores estímulos para la participación de las familias. El rechazo de la participación de los padres y de las madres suele tener su origen en la inseguridad de los docentes (FERNÁNDEZ ENGUITA, 1993).